Resumen

En los últimos años se ha vivido en España un proceso gradual, constante y persistente de deterioro de los contenidos televisivos. La oferta programática se ha transformado en una suerte de espejo maléfico en el que las cadenas se han observado entre sí para copiarse. El resultado ha sido el esperable: en cualquiera de ellas puede verse más de lo mismo, aunque con leves variaciones respecto de los modelos originariamente calcados. Los espectadores han respondido de forma diversa a este estado de cosas: a veces con complacencia y a veces alimentando en secreto el anhelo de que esa televisión autorreferencial y enamorada de sí misma, acabe estrellándose –como Narciso– contra su propia imagen. La Ley de Reforma de la Televisión Pública Estatal (RTVE), la creación de una Comisión Mixta de Autorregulación de Contenidos Televisivos e Infancia hacia finales de 2004 y el crecimiento del malestar manifestado por ciertos sectores de la opinión pública, contribuyen a dibujar un panorama que deja ver una oportunidad magnífica para el futuro de nuestra televisión, de nuestra sociedad, nuestra educación y nuestra cultura. Quienes desde hace años bregan por una televisión de calidad al servicio de la ciudadanía y de la educación no pueden silenciarse ahora. Es que si el estado paupérrimo de los contenidos, la procacidad y el griterío reinantes hacían reclamar una televisión con unos contenidos que sean pro-educativos, en términos generales, ahora parece que llega el momento propicio para dar un paso más y pensar en una televisión educativa en términos estrictos. Si bien es cierto que aun queda mucho por hacer y que los mercaderes no desean ceder ni un ápice en lo que ellos consideran que es la esencia de su negocio; si bien es cierto que para grandes sectores asociar lo televisivo con lo educativo parece un despropósito, es necesario empezar a hablar de una televisión educativa en términos específicos. En un contexto social en el que lo educativo parece estar afectado por el descrédito y el desprestigio, las televisiones privadas se aferran con uñas y dientes a su parcela de negocio. Sin embargo, conociendo las variables que están en juego, es imprescindible entender que este momento es histórico y de oportunidad. En este trabajo se pretende exponer algunas reflexiones que tienen la vocación de situar ejes que permitan pensar en una televisión que no se encastille en una defensa sistemática de la exclusión de lo educativo y que restituya, aunque sea en una medida modesta, la misión educativa de las industrias culturales y de la televisión en particular. Para ello será necesario transitar, también, por los nuevos derroteros de lo educativo en nuestras sociedades.

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Published on 30/09/05
Accepted on 30/09/05
Submitted on 30/09/05

Volume 13, Issue 2, 2005
DOI: 10.3916/25831
Licence: CC BY-NC-SA license

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