Resumen

Como en su momento la imprenta, o en la actualidad Internet, la aparición de la televisión contribuyó a la gestación de nuevos escenarios educativos, a la vez que generó un nuevo orden mundial en las comunicaciones entre los seres humanos. Si como asegura José Manuel Pérez Tornero: «... la tensión entre el conocimiento generado en la escuela y el generado fuera de ella no ha hecho más que crecer con beneficio de éste último», no arriesgamos mucho en pensar que entre otras cosas, la televisión vino a desafiar la flexibilidad y la creatividad que poseen las sociedades, y en especial las instituciones educativas, para asimilar los nuevos fenómenos tecnológicos. Teniendo en cuenta que toda nueva tecnología crea una crisis de paradigmas con su consiguiente re-construcción de las representaciones mentales en los seres humanos, ¿no habrá llegado el momento de pensar seriamente que existe un nuevo sujeto-niño más acorde a los tiempos que corren, y redefinir cuáles son las prácticas educativas más ajustadas y coherentes con su nueva realidad? La escuela es una tecnología específicamente pensada para albergar aquello que entendemos como educación escolar formal. En sí misma es una construcción artificial, tendiente a recrear actividades simuladas como si fueran reales bajo la forma de aprendizaje escolar, para que luego y una vez aprendidos, los alumnos puedan transferirlas a un contexto distinto al escolar, más real y cotidiano. Las situaciones escolares están mediadas por un sujeto más calificado denominado maestro, el cual posee no sólo herramientas y estrategias para la mejora de la construcción del conocimiento, sino la intención de hacer uso consciente de las mismas con ésos fines y objetivos. Por lo contrario, si bien quienes trabajan en televisión infantil cumplen funciones educativas, no están socialmente habilitados para ejercer las mismas, ni necesariamente tienen consciencia ni intención de hacerlo. El campo de intersección entre educación y televisión, genera acercamientos y distancias que necesitan ser revisadas. A partir de dar un salto cualitativo en la concepción de la televisión educativa, Ignacio Aguaded Gómez proponecentrarse en el desarrollo de una pedagogía de la imagen: «... debe servir para que el espectador-receptor de mensajes pase a ser una persona alfabetizada en la imagen y, por tanto, crítica frente a los medios y frente a su propia realidad, un receptor participativo y capaz de dar respuesta a los mensajes que recibe masivamente, un creador-emisor de sus propios mensajes audiovisuales que le va a permitir comunicarse mejor con otras personas y conocer con mayor profundidad su propio entorno». De tal forma, la televisión educativa asoma como una herramienta transformadora de la propia realidad del sujeto, quien de mero receptor pasa a ser constructor de discursos; sólo falta comprender cómo construirla. Más allá de considerar que, como asegura César Coll, las posibilidades que emergen de las nuevas tecnologías de la información y los medios, dejan la puerta abierta a que se modifiquen en profundidad las prácticas educativas escolares; una característica de las NTIC es que envejecen con mucha facilidad. Por lo tanto, si bien se abre un nuevo espectro de posibilidades para la educación tradicional, debemos ir resolviendo con cierta premura cómo acoplar la educación con las nuevas tecnologías, ya que coincidiendo con el pensamiento de Pérez Tornero: «... han venido a configurar un nuevo clima cognoscitivo y de aprendizaje y, sobre todo, un nuevo territorio que la escuela no puede ya acotar y que, a veces, parece limitarse a denunciar».

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Document information

Published on 30/09/05
Accepted on 30/09/05
Submitted on 30/09/05

Volume 13, Issue 2, 2005
DOI: 10.3916/25847
Licence: CC BY-NC-SA license

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