El debate acerca de la calidad de los contenidos televisivos, que con tanta fuerza se ha generado en los últimos años, aporta elementos para el optimismo a la vez que aspectos que alimentan una posición escéptica. Los buenos propósitos de mejorar la programación y proteger a la infancia y la juventud, expresados en el Código de Autorregulación firmado en España en diciembre de 2004, se han visto frustrados en los primeros meses. Los incumplimientos del Código son numerosos. Los programadores no acaban de asumir su responsabilidad y echan la culpa a factores externos (audiencia, necesidad de ingresos publicitarios o falta de creatividad) para justificar la baja calidad de los productos televisivos. Resulta oportuno introducir en este punto del debate la falsedad de tales argumentaciones y recordar que los emisores son los dueños de la televisión que consumimos. Las posibilidades de cambio dependerán de la presión que seamos capaces de ejercer los usuarios.
Published on 30/09/05
Accepted on 30/09/05
Submitted on 30/09/05
Volume 13, Issue 2, 2005
DOI: 10.3916/25706
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