El presente trabajo trae el análisis de las primeras entrevistas realizadas en el ámbito de una investigación institucional en curso interesada en investigar los sentidos/lecturas que niños y jóvenes realizan acerca de los productos de la cultura pop japonesa –mangás (historias en cuadritos), animes (dibujos animados) e videojuegos– basada en la orientación de los Estudios Culturales latinoamericanos (Jesús Martín-Barbero, Néstor García Canclini, Guillermo Orozco Gomes, entre otros autores). Ellos proponen que la recepción de los productos mediáticos sea analizada a partir de un desplazamiento teórico-metodológico que, reorientando el foco de los medios/mensaje para las mediaciones, permite identificar los receptores no como «dóciles audiencias», sino como productores activos de sentidos. Se pretende, con eso, intentar contribuir para la superación de la tensión entre la escuela y las culturas infantil y juvenil, tensión que tiene como uno de sus pilares el conflicto entre la cultura letrada y la cultura de la imagen. El estudio, que supone la opción por un abordaje cualitativo de carácter etnográfico, viene siendo realizado a través de entrevistas semi-estructuradas individuales con consumidores del trípode de la poderosa industria de entretenimiento nipónica, que se viene constituyendo como fenómeno mundial de comunicación de masa. Los discursos de los primeros entrevistados –cuatro jóvenes fanáticos de animes y mangas, cuya edad oscila entre 17 y 22 años– destacaron la influencia que el lenguaje de la TV ejerce sobre el extrañamiento que mantiene con el texto impreso tal como él se organiza en el libro. No obstante, la presencia en lo cotidiano de esos sujetos de un cúmulo de estímulos sonoros y visuales, no es raro depararnos con la existencia de una crisis de lectura que afecta niños y jóvenes, influenciando su desempeño en la escuela. Delante de los relatos, el grupo de investigación se formula algunas cuestiones: ¿la alusión a la crisis no sería, en el fondo, una incapacidad de las generaciones que fueron educadas y escolarizadas en los moldes de la cultura letrada?; entender que «el pretencioso gesto universal del libro» (W. Benjamin) ya no resuena entre las nuevas generaciones que ya nacieron bajo el impacto que la tecnología del sonido y de la imagen ejercen sobre la escritura? No sería, entonces, posible suponer que, si hay una crisis de la lectura, ¿es por las generaciones pasadas que está sendo vivenciada? Frente a esto, ¿no sería más adecuado, en vez de quedarnos repitiendo que existe una crisis de lectura que afecta la escolarización de niños y jóvenes y de permanecer buscando soluciones milagrosas para ese conflicto, asumir que estamos delante no de una crisis, sino de un contexto histórico del cual precisamos aproximarnos para no perder el tren de la historia? Esas fueron algunas de las preguntas que el examen de las cuatro primeras entrevistas con los jóvenes permitió sacar a luz de los fundamentos de los Estudios Culturales latinoamericanos, y es sobre ellas que ese texto se vuelca, no con la intención de responderlas, sino con el objetivo de constituirlas como un mapa que puede revelarnos caminos «para pasar de las respuestas que fracasaron a las preguntas que renuevan las ciencias sociales y las políticas libertadoras» (Néstor Canclini).
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Published on 30/09/05
Accepted on 30/09/05
Submitted on 30/09/05
Volume 13, Issue 2, 2005
DOI: 10.3916/25767
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