Sin contemplar la extraordinaria y consistente impronta del pensamiento de Nicolás de Cusa en la obra de Sor Juana Inés de la Cruz, difícilmente se llegará a una comprensión profunda de una de las escritoras más relevantes del Barroco iberoamericano. La herencia del cusano destinó a Sor Juana el símbolo de las pirámides contrapuestas de luz y sombra y la metáfora del círculo y el centro ya tamizada por los místicos peninsulares. Ambos símbolos de su Primero sueño se inscriben en el cambio de episteme renacentista que significó la versión óptica y matemática de las ideas siempre a partir de la explicación de sí mismo, de uno mismo como parte de un universo circular, esférico, cuyo ojo central y omnivisivo podemos ver descrito en diversas obras del cusano. La idea de la contemplación divina con los ojos materiales cerrados, pues lo incorpóreo solo es accesible deslindándose de lo corpóreo; las especulaciones matemático-geométricas sobre lo divino y la concepción del mundo como un conjunto de signos; el modo como lo infinito se encuentra en lo finito y el conocimiento del mundo como probabilidad y conjetura, todo esto son destellos de pensamiento que iluminan el Primero sueño, una de los poemas más intelectuales e inquietantes de la literatura hispánica.
Published on 09/06/14
Accepted on 09/06/14
Submitted on 09/06/14
Volume 2, Issue 1, 2014
DOI: 10.13035/H.2014.02.02.08
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