La presente comunicación analiza el resultado de un sondeo sobre hábitos de consumo televisivo en alumnado de primer ciclo de ESO del IES Averroes de Córdoba, cuyo entorno sociocultural se sitúa en un nivel medio-bajo, que incluye casos de marginalidad social. Se expone la relación que dichos hábitos tienen con los resultados escolares, tanto en un sentido positivo como negativo. De esta manera, se verán diferencias en las franjas horarias del consumo televisivo entre alumnado que pasa la tarde en la calle y alumnos que permanecen en casa. Evidentemente este aspecto parece, en principio, condicionar el tipo de programas a los que acceden los estudiantes. Además, se insiste en la importancia de analizar ambos factores (resultados escolares-consumo de TV) en relación con otros hábitos de utilización del tiempo libre, que normalmente no suelen estudiarse y que afectan, de una manera importante, tanto al rendimiento escolar, en general, como a la capacidad de atención, que, en estas edades, está muy directamente implicada en el éxito escolar. En un segundo plano, se observará la importancia que los hábitos de ocio adquieren en la socialización de los individuos y si este factor aparece vinculado o no al éxito escolar. Los hábitos de consumo televisivo entre los adolescentes son objeto de numerosos estudios y análisis. Normalmente, estos análisis se centran en aspectos como la violencia y el consumismo. Con el sondeo al que se hace referencia más arriba, se busca establecer una relación, libre de prejuicios, entre el consumo televisivo y los resultados escolares. Pero las conclusiones, que podrían derivarse de dicha relación, no serían fiables si no tenemos en cuenta el empleo del tiempo libre y otros hábitos familiares en relación con el uso de la televisión: pasar toda la tarde en la calle probablemente no sea más positivo que ver algunos programas de televisión. Sin embargo, no todas las personas que escriben acerca de estos temas tienen en cuenta las alternativas reales que, en muchos ambientes sociales, se presentan al tiempo de ocio. Sin opciones, en medios culturalmente pobres (pobreza que puede estar provocada por un uso excesivo de la televisión, pero no sólo por ello), no puede adoptarse la postura catastrofista. Tampoco, en el otro extremo, debemos resignarnos a aceptar la marea imparable de las imágenes tragadas sin masticar. Por tanto, el trabajo quedaría incompleto sin proponer, como se hace en la última parte, algunas pautas de intervención en el aula, y con las familias.
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Published on 30/09/05
Accepted on 30/09/05
Submitted on 30/09/05
Volume 13, Issue 2, 2005
DOI: 10.3916/25731
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