Los programas educativos de televisión y la realización de documentales educativos (vídeos educativos, videogramas, audiovisuales didácticos, multimedia o documentales educativos) siempre han sido relatos complementarios del espacio de la televisión educativa. Los centros educativos se han interesado por estas emisiones televisivas en muchas experiencias conectando la escuela con el tubo. El sistema educativo necesita de la televisión y la televisión debe tener una perspectiva educativa como referente. La historia televisiva ha tratado al sistema educativo de forma desigual. Las televisiones públicas europeas han jugado un papel clave sobre todo en la época paleotelevisiva, con la introducción de la televisión educativa. Esta etapa de maridaje de la escuela con la pequeña pantalla se interrumpió con la aparición de la televisión comercial en el periodo desregulador de los años 80. Pronto llegaron los recortes en los espacios culturales y educativos. La asunción de la comercialización televisiva por parte de las televisiones públicas empeoró la situación con el protagonismo de la audiometría y la fidelización de perceptores, dejando de lado los objetivos básicos de un servicio público, es decir, el programador y el responsable de marketing tomaron las riendas frente a los responsables de contenidos. A fecha de hoy, la falta de tratamiento de los espacios educativos y culturales de las televisivas públicas necesita urgentemente de una revisión. La televisión pública y generalista no solo tiene la obligación de informar y entretener, sino también tiene que transmitir los valores del conocimiento y la proyección del patrimonio cultural de su entorno. Por otra parte, hoy comenzamos a situarnos en otra dimensión social en donde el ciclo biológico del conocimiento ha cambiado. Por primera vez en la historia de la humanidad, el ciclo de los acontecimientos es menor al ciclo vital de una persona. Estamos entrando en una sociedad que puede producir diferentes cambios de conocimiento en una vida de una persona. La sociedad de la información, la sociedad del conocimiento, la sociedad digital o la sociedad en red, llámese como quiera, debe considerar la igualdad de acceso al conjunto de la ciudadanía. La nueva televisión cada vez más fragmentada, la industria multimedia e Internet tienen muchas cosas que decir. Y sobre todo, aquellas propuestas hechas desde plataformas o medios públicos que han de velar por educar a una sociedad nueva que necesita de un aprendizaje permanente y un reciclaje de conceptos que se han de transmitir a los ciudadanos dentro de sus espacios de ocio, mediante cómodas fórmulas multidifusivas. El poder de la democracia participativa y plural tiene la clave para iniciar una nueva época de transmisión de conocimientos y valores para toda la ciudadanía. Los medios tecnológicos, la multidifusión y la posibilidad de interaccionar, propiciados por la era digital, facilitan plenamente la incorporación de espacios educativos y contenedores culturales. Una vez situados en la estrecha franja que dedica hoy la programación televisiva para los vídeos y documentales educativos, no estaría mal plantearse algunas preguntas: ¿cuál es el espacio de los videogramas en la nueva televisión?, ¿qué nuevos formatos pueden ocupar estos contenedores? o ¿cuál es el flujo en la secuencia multidifusiva de estos nuevos espacios?
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Published on 30/09/05
Accepted on 30/09/05
Submitted on 30/09/05
Volume 13, Issue 2, 2005
DOI: 10.3916/25832
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