El poder socializador de la televisión es tanto y tan intenso que, a través de ella, se han ido adquiriendo modelos y hábitos de comportamiento que, hasta hace aproximadamente cuatro décadas,nos eran totalmente ajenos y desconocidos. A través de ella se ha sido testigo y asistido atentos a la vida «maravillosa» y de lujo de artistas y famosos hasta entonces, admirados además de por su trabajo, aún más por el halo de misterio e idealización de sus vidas, sus gustos, sus pertenencias, sus hogares, sus amores y sus pasiones.Sin embargo, el momento presente ha supuesto, por parte de los medios de comunicación en general y de la televisión en particular, un invasión íntima del día a día y hasta de los momentos más insulsos y cotidianos y exentos de halo mágico o misterio de artistas y personalidades públicas; a la par que se ha «entronizado» o «divinizado» a cualquier individuo que sea cual sea la razón o méritos personales ha llegado a todos los hogares a través de las 625 líneas de la pantalla. ¿Es esto lo que verdaderamente demanda la audiencia? Las cadenas de televisión que emiten en abierto en este país a nivel nacional, tanto públicas como privadas aprovechan cualquier ocasión, dentro de su propia programación, para argumentar,que la escasa calidad de la misma es debido a que emiten la televisión que la audiencia demanda.Pero, si se permite una metáfora, cuando uno tiene hambre y no tiene nada que llevarse a la boca, uno se vuelve menos «escrupuloso» y se come cualquier cosa. Desde este trabajo de investigación se considera que el verdadero problema es que el espectador no tiene conciencia de sí mismo como consumidor de medios.Cuando se lee o escucha las conclusiones de diversos estudios de comunicación en las que los espectadores se consideran consumidores de medios no se sienten identificados porque hasta ahora siempre se ha sido simples espectadores y como la propia palabra significa este papel se vería relegado a contemplar expectantes las imágenes y contenidos que se emiten por televisión fuesen las que fuesen o sean las que sean.Sin embargo, si se creen verdaderos consumidores de los medios de comunicación se trataría de hacer un consumo más racional de los mismos a la vez que se sería capaz de añadir a ese papel de espectadores un acto volitivo y racional que llevase a decidir «esto lo quiero consumir y esto no» además se tendría conciencia de que en tanto que consumidores se goza de unos derechos amparados por la ley de los que no se goza en cuanto espectadores y se tendría conciencia y capacidad de acción cuando se considerase que los derechos han sido vulnerados.
The URL or file path given does not exist.
Published on 30/09/05
Accepted on 30/09/05
Submitted on 30/09/05
Volume 13, Issue 2, 2005
DOI: 10.3916/25758
Licence: CC BY-NC-SA license
Are you one of the authors of this document?