En tiempos de altas tasas de interés, incertidumbre económica y tensiones geopolíticas, el espíritu innovador de las empresas se resiente. En Cataluña, la inversión privada en I+D continúa muy por debajo de la media de los países de la UE. A diferencia de Europa, en el Estado español la inversión privada para la mejora de la productividad se contrae. Estas no son buenas señales para el crecimiento económico, ni para las ambiciones de autonomía industrial y soberanía tecnológica del territorio.

Por primera vez en la historia reciente, la sequía persistente ha forzado al gobierno catalán a tomar medidas drásticas de restricción al uso de agua industrial y residencial. Al mismo tiempo, hace años que el hidrógeno verde se ensalza como el combustible del futuro, pero nuestros bolsillos siguen a merced de los precios del petróleo, el gas natural y la electricidad. Los sectores agroalimentario, energético y del transporte en Cataluña son los más dependientes de las cadenas de valor fuera de la UE, y requieren soluciones innovadoras para ganar autonomía industrial.

¿Acaso no existen ya soluciones prometedoras? Sí, existen en los laboratorios o en pilotos a media escala. Están en fase de identificar e intentar resolver los desafíos técnicos, de coste, infraestructura y logística que permitirán el despliegue a gran escala de soluciones rentables y sostenibles sin encarecer, entorpecer o desligarse de las cadenas de valor y suministro, y sin causar perjuicio a las personas o al planeta. La industrialización de la investigación determina la viabilidad técnica y comercial de una innovación, así como su capacidad para satisfacer las necesidades del mercado de manera efectiva, escalable y segura. No obstante, no es tan glamorosa como los descubrimientos científicos o los éxitos de mercado, y por eso a menudo es pasada por alto en el discurso público sobre innovación y se relega a la cola de prioridades de empresas e inversores.

La industrialización de la investigación es una inversión no exenta de riesgo; siempre hay una posibilidad de encontrar escollos técnicos irresolubles con el conocimiento actual, o barreras en la cadena de valor o suministro que impiden el despliegue de tecnologías a gran escala. Pero ningún riesgo supera a la certeza de que no invertir con determinación y visión en la investigación industrial e innovación es un pase directo a una economía vulnerable y dependiente de tecnologías y cadenas de valor externas.

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Published on 31/05/24
Submitted on 30/04/24

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