Por primera vez desde el nacimiento de la cultura industrializada, más de la mitad de la población es capaz de personalizar cualquier parte de su entorno gracias a un reproductor de MP3 o a través de un teléfono móvil. El consumo de sonidos mediados tecnológicamente durante los siglos XX y XXI representa una forma cada vez más importante de «estar-en-el-mundo»; el «yo» reclama un territorio sonoro móvil a través de una especie de «compuerta sensorial» que le permite filtrar los sonidos que no le interesan y crear el paisaje sonoro que más le satisface. El placer sin límites que supone crear un mundo sonoro móvil de carácter privado plantea, para la teoría urbana y cultural, un conjunto de problemas teóricos que tienen que ver con la relación con los espacios en los que nos movemos, la naturaleza y el significado del espacio público y privado, el potencial de la estetización de lo urbano, y la incomunicación de la ciudad. También cuestiona el conocimiento de las tecnologías que se usan para mediatizar gran parte de la experiencia cotidiana. En este artículo se analiza el uso del iPod como soporte tecnológico para los consumidores. Se basa en las respuestas de más de un millar de usuarios entre 2004-05. Plantea que el uso del iPod puede ser interpretado positivamente si se considera como una forma de toxicidad placentera en la que bajo el mundo «totalmente mediatizado» de los usuarios subyace un anhelo de experiencia no mediatizada –de acceso directo al mundo y a las emociones de cada uno.
Published on 28/02/10
Accepted on 28/02/10
Submitted on 28/02/10
Volume 18, Issue 1, 2010
DOI: 10.3916/C34-2010-02-05
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