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''Integrar la valoración económica en la gestión de las infraestructuras verdes, se convertirá a corto plazo en una necesidad para cubrir las demandas de la sociedad y gracias a herramientas como el Protocolo de Capital Natural que permiten armonizar las metodologías existentes, este proceso se podrá llevar a cabo mediante un proceso reglado. | ''Integrar la valoración económica en la gestión de las infraestructuras verdes, se convertirá a corto plazo en una necesidad para cubrir las demandas de la sociedad y gracias a herramientas como el Protocolo de Capital Natural que permiten armonizar las metodologías existentes, este proceso se podrá llevar a cabo mediante un proceso reglado. | ||
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:11. Natural Capital Coalition, 2016, ''Natural Capital Protocol'' | :11. Natural Capital Coalition, 2016, ''Natural Capital Protocol'' | ||
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<span style="text-align: center; font-size: 75%;"><span id="fn-1"></span>([[#fnc-1|<sup>1</sup>]]) Constanza et al, 1997</span> | <span style="text-align: center; font-size: 75%;"><span id="fn-1"></span>([[#fnc-1|<sup>1</sup>]]) Constanza et al, 1997</span> |
Tal y como sucedió con el Informe Stern que supuso un importante cambio de actitud de la comunidad internacional respecto al cambio climático, el informe TEEB supuso un antes y un después en la puesta en valor de la biodiversidad y de los servicios de los ecosistemas. Este cambio de actitud se produjo, en parte, gracias a la consideración de la valoración económica de los servicios de los ecosistemas y la importancia que su conservación y evitar su pérdida representa para el conjunto de la sociedad.
Integrar la valoración económica en la gestión de las infraestructuras verdes, se convertirá a corto plazo en una necesidad para cubrir las demandas de la sociedad y gracias a herramientas como el Protocolo de Capital Natural que permiten armonizar las metodologías existentes, este proceso se podrá llevar a cabo mediante un proceso reglado.
La degradación de los ecosistemas, y nuestro capital natural no es una noticia novedosa. Son numerosas las referencias a nivel internacional que citan el estado y degradación de los ecosistemas como consecuencia de la actividad humana. Primero Constanza1 con su famoso artículo en Nature y posteriormente Naciones Unidas a través de La evaluación de los ecosistemas del milenio2 entre otros, pusieron de relevancia no sólo el concepto de servicio de los ecosistemas sino el estado de los mismos y su situación de continuada degradación. En 2005, el 60% 3de ecosistemas evaluados, se encontraban en un estado de degradación o eran manejados de una manera insostenible. Pero quizá el dato más importante aportado por este análisis no venía definido por los datos recogidos en dicho informe, sino fundamentalmente por las tendencias que en él se definían. Los cambios experimentados en los ecosistemas terrestres fueron más rápidos en los últimos 50 años de lo que lo habían sido en cualquier otro momento de la historia reciente. Según este último informe, esta situación de degradación constante podría conducir a cambios irreversibles, produciendo ritmos de desaparición de biodiversidad o provocando cambios en los servicios de los ecosistemas nunca antes vistos. Si este nivel de degradación no sólo hace referencia a los ecosistemas, sino a la biosfera en su totalidad, el concepto de fronteras o barreras planetarias4 incorporado por el Instituto de Resiliencia de Estocolmo en 2009 vino a refutar este análisis previo, no sólo desde el punto de vista de la biodiversidad, sino desde otros prismas como el cambio climático o el ciclo del nitrógeno o fósforo. Este estudio identifica los límites planetarios o umbrales que no deben ser sobrepasados en 9 pilares del medioambiente a escala global que en caso de ser sobrepasados supondrían un cambio irreversible en la situación de la biosfera. Pues bien, existen 3 de estos pilares, diversidad biológica, ciclo del nitrógeno y ciclo del fósforo que se encuentran en unos límites casi irreversibles.
Ante esta circunstancia de degradación del medio ambiente, en 2008 en la ciudad alemana de Postdam, y liderados por Alemania, los países del G20, en aquel momento G7, decidieron poner en marcha un análisis económico que pusiera en evidencia los riesgos económicos asociados a la pérdida de diversidad biológica y los costes para la humanidad que de ello se derivan. Fruto de este trabajo, y liderado por Pavan Shukdev, en 2009 vio la luz The Economics of Ecosystem and Biodiversity5 (TEEB) for Policy-Makers. Este análisis, puso de relevancia dos aspectos fundamentales. Por un lado, el nuevo enfoque de valoración económica de los servicios ecosistémicos. Si bien es cierto que la ciencia económica en relación con la naturaleza no era novedosa, si lo era, en cierta medida, la valoración en relación con los servicios de los ecosistémicos. Por otra parte, este análisis sirvió como primera alarma para la sociedad global sobre los peligros asociados, desde una óptica económica, de la pérdida o degradación de ecosistemas. Éste y otros informes, contribuyeron por ejemplo a fijar en 2010 las metas de Aichi6 por el Convenio de Diversidad Biológica, que permitieron fijar un Plan Estratégico para el periodo 2011-2020.
Desde esta perspectiva económica, paralelamente, 20 años después de la primera cumbre mundial de Naciones Unidas de Río por la sostenibilidad, en la Cumbre de Río + 20, se puso de evidencia la necesidad de establecer nuevas métricas que permitieran evaluar la riqueza de un país más allá de las métricas actuales del Producto Interior Bruto (PIB) y que recogieran nuevos parámetros sociales y ambientales. De este modo, no sólo se podrían trasladar a nivel nacional nuevas formas de medir la riqueza de un país, sino que tal y como ya en la actualidad se hace con algunos de los parámetros recogidos en el PIB, evaluar cómo nuevos parámetros ambientales evolucionan, y de este modo conocer su contribución a la riqueza de un país y como su deterioro afecta en mayor o menor medida a la economía de un país. De este modo surge el Sistema de contabilidad económica-ambiental7 (SEEA) que contiene los conceptos, definiciones, clasificaciones, reglas contables y tablas estándar internacionalmente acordado para producir estadísticas internacionalmente comparables entre países sobre el medio ambiente y su relación con la economía. Un sistema que en lo que se refiere a servicios de los ecosistemas se encuentra en desarrollo a través del marco experimental8 del SEEA.
Ante esta perspectiva de cambios, donde el medio ambiente comienza a jugar un papel más relevante en el marco económico, el sector empresarial no podía quedar ajeno. Y no podría quedar ajeno desde dos perspectivas. Por un lado, cómo la pérdida de biodiversidad supone riesgos a la actividad empresarial. Desde esta perspectiva, es necesario contemplar no sólo los riesgos asociados a los impactos sobre la biodiversidad o el capital natural, sino la dependencia de algunos sectores empresariales de la biodiversidad. Por otra parte, es creciente el peso del sector empresarial en el desarrollo de políticas de conservación del medio natural. Pues bien, el futuro, más bien el presente, dicta que la conservación no sólo dependerá de los gobiernos. Lejos quedaron aquellos momentos en los que todo el peso de las políticas de conservación quedaba sólo en manos de los diferentes gobiernos nacionales.
De este modo, comenzaron a surgir a lo largo y ancho de la geografía internacional numerosas iniciativas y herramientas para considerar este nuevo enfoque. Cabe destacar, entre otras la guía9 elaborada por el World Business Council for Sustainable Development en 2011 o el llevado a cabo por el World Resources Institute (WRI) con la Guía Corporativa de Ecosistemas10. Ante la avalancha de estas iniciativas, el año 2016 supuso un importante punto e inflexión. En julio de ese año tuvo lugar la presentación en Londres del Protocolo de Capital Natural11. El protocolo de capital natural, iniciativa promovida por la Coalición de Capital Natural, rama orientada al sector empresarial de la iniciativa de naciones Unidas, TEEB, surge como documento de consenso desde el sector empresarial para identificar y poner de relevancia los riesgos y oportunidades de la gestión (o no gestión) del capital natural en relación con el sector empresarial. Fruto del consenso, para el documento final se puso en marcha un proceso abierto y participativo de consulta pública internacional, surgió un documento, que aúna las necesidades del sector empresarial en relación con el capital natural, y lo que es más importante, reuniendo la opinión y pensamientos de, no sólo el sector empresarial, sino todos los grupos de interés más relevantes de la sociedad civil: organizaciones gubernamentales, organizaciones sin ánimo de lucro, empresas, academia, organismos de certificación.
El protocolo de capital natural, proporciona por primera vez un marco armonizado para la comprensión de la relación del sistema empresarial con el capital natural, identificando no sólo riesgos sino también oportunidades y evaluándolos no sólo desde una perspectiva negativa, como venía siendo tradicional, sino desde una perspectiva también de impacto positivo.
Desde esta perspectiva, el protocolo se sitúa como una clara herramienta para la toma de decisiones y no cómo una herramienta de reporting, sino como un instrumento que dote a las empresas de herramientas para obtener conclusiones que permitan abordar cambios o decisiones. Así, el protocolo posee tres características fundamentales que lo hacen diferente:
Para construir herramienta, el protocolo se sustenta en cuatro principios irrenunciables: relevancia, rigor, consistencia y replicabilidad, que permiten que los resultados sean comparables y creíbles y que además l marco del protocolo pueda ser usado tanto a nivel producto como a nivel corporativo, en cualquier geografía del planeta y a cualquier tipo de negocio.
Desde una perspectiva práctica, el protocolo se divide en cuatro fases básicas basadas en el ciclo de Deming que permiten una vez iniciado el procedimiento de valuación, continuar con el proceso de mejora continua. Estas fases son, la fase 1 (Why?) donde se define el marco de trabajo y se exploran las razones por las cuales una empresa toma la decisión de desarrollar una evaluación de capital natural; la fase 2 (What?), el alcance, donde una vez identificadas las razones para desarrolla runa evaluación de capital natural, se fija el alcance (desde corporativo hasta proyecto pasando por producto) y los recursos necesarios:; la fase 3 (How?) en la que se miden los cambios en el capital natural y posteriormente se cuantifican (cualitativamente, cuantitativamente o monetariamente) y por último la fase 4 (What next?) donde se ponen de relevancia los resultados obtenidos y cómo integrarlos en la organización. Estas fases a su vez se subdividen en 9 fases que facilitan su aplicación.
Así, y siguiendo la aplicación de Protocolo surgen numerosas aplicaciones para el sector empresaria con base en la aplicación de valoraciones económicas de la relación con el medio ambiente, entre las que destacan utilidades desde la perspectiva operacional, legal y regulatoria, financiera, reputación y marketing o social, es decir, gracias al protocolo se puede recorrer prácticamente todas las relaciones de una empresa con la naturaleza y sus diferentes áreas de negocio.
Referencias
(1) Constanza et al, 1997
(2) Rashid Hassan et al 2005
(3) United Nations 2005.
(4) Rockström et al, 2009
(5) Shukdev et al, 2009
(6) CBD Aichi Targets
(7) SEEA
(8) SEEA Experimental Ecosystem Accounting. Naciones Unidas, 2014
(9) WBCSD, 2011
(10) WRI, 2012
(11) Natural Capital Coalition, 2016,
Published on 10/05/18
Accepted on 10/05/18
Submitted on 18/03/18
Licence: Other
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