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RESUMEN

Entre las crecientes discusiones sobre los estilos argumentativos de las teorías de conspiración y los procesos cognitivos relacionados de su público, los estudios hasta ahora son limitados en lo que respecta al desarrollo de métodos y estrategias que podrían desacreditar eficazmente las teorías de conspiración y reducir las influencias dañinas de la exposición a los medios de comunicación conspirativos. El presente estudio evalúa de manera crítica la efectividad de cinco enfoques para reducir la creencia en conspiraciones, a través de experimentos (N=607) realizados en Amazon Mechanical Turk. Nuestros resultados demuestran que los métodos basados en el contenido al enfrentar las teorías de la conspiración pueden mitigar parcialmente la creencia conspiratoria. Específicamente, las correcciones centradas en la ciencia y los hechos fueron capaces de mitigar eficazmente las creencias en la conspiración, mientras que las estrategias de alfabetización mediática e inoculación no produjeron cambios significativos. Más importante aún, nuestros hallazgos ilustran que ambos métodos centrados en el público, que implican decodificar el mito de la teoría de la conspiración y reimaginar las relaciones intergrupales, fueron efectivos para reducir la aceptación cognitiva de la teoría de la conspiración. Basado en estos conocimientos, este estudio contribuye a un examen sistemático de distintos medios epistemológicos para influir (o no) en las creencias conspirativas, una tarea urgente frente a la evidente amenaza infodémica, tanto durante como después de la pandemia de COVID-19.

Palabras clave

Teoría conspirativa, método de rectificación, COVID-19, audiencias, relaciones China-Estados Unidos, influencia mediática

Keywords

Conspiracy theories, correction methods, COVID-19, audience, China-United States relation, media influence

ABSTRACT

Among the burgeoning discussions on the argumentative styles of conspiracy theories and the related cognitive processes of their audiences, research thus far is limited in regard to developing methods and strategies that could effectively debunk conspiracy theories and reduce the harmful influences of conspiracist media exposure. The present study critically evaluates the effectiveness of five approaches to reducing conspiratorial belief, through experiments (N=607) conducted on Amazon Mechanical Turk. Our results demonstrate that the content-based methods of counter conspiracy theory can partly mitigate conspiratorial belief. Specifically, the science- and fact-focused corrections were able to effectively mitigate conspiracy beliefs, whereas media literacy and inoculation strategies did not produce significant change. More crucially, our findings illustrate that both audience-focused methods, which involve decoding the myth of conspiracy theory and re-imagining intergroup relationships, were effective in reducing the cognitive acceptance of conspiracy theory. Building on these insights, this study contributes to a systematic examination of different epistemic means to influence (or not) conspiracy beliefs -an urgent task in the face of the infodemic threat apparent both during and after the COVID-19 pandemic.

Palabras clave

Teoría conspirativa, método de rectificación, COVID-19, audiencias, relaciones China-Estados Unidos, influencia mediática

Keywords

Conspiracy theories, correction methods, COVID-19, audience, China-United States relation, media influence

Introducción

Aunque las narrativas conspiracionistas ya existían en la antigüedad y la Edad Media, el advenimiento de una época interconectada digitalmente, junto con un contexto posterior a la Guerra Fría (en el que los conflictos ideológicos y geopolíticos han tomado algunas formas más ocultas) ha creado un nuevo auge de teorías conspirativas (Oliver & Wood, 2014; van-Prooijen, 2018; Drochon, 2018). Las consecuencias negativas de las teorías de conspiración han sido ampliamente reconocidas. Sin embargo, los estudios hasta ahora son limitados en lo que respecta al desarrollo de métodos y estrategias que podrían desacreditar eficazmente las teorías de conspiración y reducir las influencias dañinas de la exposición a los medios de comunicación conspirativos (Krekó, 2020). Las intervenciones preventivas orientadas a la fuente se centran en el lado de la oferta de la teoría de la conspiración, confiando en las políticas gubernamentales, la censura y eliminación de empresas de redes sociales con la esperanza de reducir la posibilidad de que las audiencias encuentren información conspirativa. Tales intervenciones a menudo se consideran moralmente problemáticas, técnicamente ineficaces y económicamente inviables.

Teniendo en cuenta la impotencia de las intervenciones del lado de la oferta, el desarrollo de métodos eficaces, centrados en la audiencia, es más importante que nunca (Craft et al., 2017; Samuel-Azran & Hayat, 2019). Este estudio adopta un enfoque proteccionista e intervencionista, examinando la efectividad de unas pocas contramedidas centradas en la audiencia para mitigar los efectos negativos de las narrativas mediáticas conspirativas. Se compromete con los esfuerzos académicos para teorizar y medir múltiples enfoques para contrarrestar las teorías de conspiración en el contexto de la COVID-19 (e.j., Golob et al., 2021; Mora-Rodríguez & Melero-López, 2021). En particular, este estudio se realizó en un período de gran incertidumbre política sobre las relaciones entre Estados Unidos y China. Bajo la administración de Biden, la necesidad interna de los EE.UU. de reconciliación política proporciona tanto una base emocional como un incentivo político para el crecimiento de las teorías de conspiración contra China.

Investigación sobre las teorías de conspiración

Las teorías de conspiración comúnmente son vistas como creencias explicativas (ya sean especulativas o basadas en evidencia) o visiones del mundo que perciben el orden político y social actual, o los eventos históricos o futuros, como el resultado de la manipulación por parte de un pequeño grupo de personas poderosas (los conspiradores) que actúan en secreto contra el bien común para su propio beneficio (Fenster, 1999; Uscinski & Parent, 2014).

A pesar de que los primeros debates veían la creencia en la teoría de la conspiración como delirios irracionales y paranoicos (Hofstadter, 1965), o como una potente forma de resistencia contra el crimen de estado (Simmons & Parsons, 2005), las publicaciones más recientes tienden a considerar las teorías de la conspiración como un intento racional de comprender los contextos sociales y políticos (Jones, 2008). Las creencias conspirativas pueden corresponder con posturas, actitudes y creencias preexistentes a nivel individual, con diferentes rasgos de personalidad de la psicología social (Abalakina-Paap et al., 1999), las cuales pueden seguir una forma de «cognición colectiva motivada» desde una perspectiva grupal (Krekó, 2020), y pueden vincularse con percepciones de maquinaciones más profundas que subyacen a la búsqueda normal del interés del Estado en las relaciones internacionales (Aistrope & Bleiker, 2018). Además, las teorías de conspiración están profundamente mediatizadas. La comunicación de los medios digitales no solo motiva una sensación de «pánico de agencia», sino que crea un fenómeno de «sobrecarga de información» o una «explosión de información» (Buckland, 2017) que facilita la exposición selectiva a los medios y el efecto de cámara de resonancia, reforzando así las visiones del mundo conspirativas preexistentes de las personas (Hollander, 2018).

Las perspectivas culturales que ven las mentalidades conspirativas como «hermenéutica de la sospecha» o como una especie de «escepticismo político» (Husting & Orr, 2007) siguen siendo relativamente marginales en la literatura de la teoría de la conspiración. Una visión más ampliamente aceptada ve la teoría de la conspiración como una manifestación defensiva y finalmente contraproducente de la cognición social motivada, la cual puede representar una amenaza peligrosa para la salud psicológica y la racionalidad del individuo, para la sociedad y la democracia, y para las relaciones internacionales (e.j., Oliver & Wood, 2014; van-Prooijen, 2018). Más específicamente, la investigación empírica respalda que la exposición a las teorías de conspiración puede: aumentar directamente los sentimientos negativos de impotencia, desilusión, incertidumbre, desconfianza y anomia (Jolley & Douglas, 2014); disminuir la confianza del individuo en el gobierno y las participaciones políticas como el voto (Einstein & Glick, 2015); interferir con las relaciones intergrupales mediante la agitación de los prejuicios y la discriminación (Swami, 2012); alimentar la violencia hacia los demás (Bartlett & Miller, 2010); llevar a las personas a desconectarse de las normas sociales y avanzar hacia la radicalización (Karstedt & Farrall, 2006; Lee, 2020); y, durante una emergencia de salud pública, producen negación de la ciencia, distorsionando las decisiones médicas importantes del individuo y exacerbando las crisis de salud pública (Mitchell, 2019).

Sin embargo, la refutación de las teorías de conspiración es a menudo extremadamente difícil. Por un lado, tanto los regímenes autoritarios como los democráticos se han amparado en teorías de conspiración, noticias falsas o rumores para suprimir información veraz para sus propios fines políticos (Mutsvairo & Bebawi, 2019). Las narrativas de conspiración sensacionales y llamativas cumplen perfectamente la lógica de la economía de «clickbait» de los medios de comunicación de hoy en día para la mayoría de las plataformas en línea. Por otro lado, la restricción de la desinformación por parte de las grandes empresas de redes sociales todavía enfrenta desafíos legales, morales y políticos. Las estrategias retóricas de las teorías de conspiración, como «solo se hacen preguntas» y «titulares con verdades a medias» que dependen de que el receptor haga una inferencia de conspiración, a menudo se movilizan para eludir las regulaciones y los filtros basados en algoritmos. Los enfoques centrados en la demanda y en la audiencia para corregir las mentalidades conspirativas (en las que el objetivo de la intervención son los receptores en lugar de la fuente de las teorías de conspiración) también enfrentan desafíos. Krekó (2020) resume varios obstáculos para desacreditar las teorías de conspiración, como los problemas de la meta-conspiración, el efecto contraproducente de familiaridad y el razonamiento colectivo motivado (Winiewski et al., 2015). Los esfuerzos de desacreditación enfrentan mayores desafíos cuando existe una creciente incertidumbre política provocada por crisis políticas y eventos sin precedentes como la pandemia global (Golob et al., 2021; Mora-Rodríguez & Melero-López, 2021).

Esfuerzos existentes para desacreditar las teorías de conspiración

Si bien corregir completamente las teorías de conspiración puede parecer una «misión imposible», una serie de esfuerzos emergentes han tratado de mitigar las consecuencias negativas de la exposición a los medios de comunicación conspirativos en los individuos. Estos esfuerzos consisten principalmente en cinco enfoques, que incluyen: intervención de alfabetización mediática, estrategia de inoculación, correcciones centradas en la ciencia y los hechos, decodificación del mito de la teoría de la conspiración y reimaginar las relaciones intergrupales. El presente estudio prueba empíricamente la efectividad de estos cinco métodos para contrarrestar la creencia en la teoría de la conspiración en el contexto de la COVID-19.

Intervenciones de alfabetización mediática

El primer método de intervención es la alfabetización mediática. La alfabetización mediática generalmente se refiere a conocimientos y habilidades específicos que ayudan a la comprensión y uso de los medios con sentido crítico (Jeong et al., 2012), la capacidad de acceder, analizar, evaluar y comunicar mensajes en una variedad de formas (Aufderheide, 1993). En las últimas décadas, la alfabetización mediática se ha llevado a cabo para abordar una amplia gama de temas mediáticos, incluyendo la violencia, el contenido sexual, la salud, la publicidad, los estereotipos y el contenido que induce al miedo. La utilidad de la intervención de alfabetización mediática es equívoca y desigual. Mientras que algunos experimentos demostraron ser exitosos en reducir los efectos negativos de los medios, haciendo que los niños sean menos propensos a aceptar las representaciones televisivas como realidad, y así disminuir sus deseos de ser como los personajes en los anuncios y comprar los productos anunciados, otros hallaron un «efecto bumerán» un aumento en las actitudes dañinas de los individuos que participaron en la intervención (Potter, 2010). En algunas lecciones de alfabetización mediática, los participantes prestaron más atención a los clips violentos y menos atención al contenido de la lección.

Con el auge de las noticias falsas, la información falsa, las teorías de la conspiración y el sensacionalismo, junto con el creciente rol de la tecnología digital en la sociedad, la alfabetización mediática ha ganado cada vez más atención a nivel académico y político como una herramienta para empoderar a las personas con un conjunto de habilidades para analizar, criticar y responder a la información que aparece en los textos digitales. Un número cada vez mayor de artículos de revistas y monografías (LaGarde & Hudgins, 2018) abordan el nuevo desafío planteado por la información falsa y la lógica de la emoción ante todo en la sociedad actual de la «posverdad», y enfatizan la importancia de la alfabetización mediática para los grupos vulnerables (Jeong et al., 2012; Jones-Jang et al., 2021). Sin embargo, hasta ahora, hay poca evidencia empírica que muestre el papel positivo de la intervención de alfabetización mediática en la lucha contra las narrativas conspirativas. La intervención de la alfabetización mediática tiene como objetivo mejorar el sentido crítico aumentando el conocimiento sobre los medios, la conciencia sobre la influencia de los medios y la capacidad de evaluar el realismo de la representación de la realidad por parte de los medios. Este estudio pone a prueba la idea de que la intervención de la alfabetización mediática puede combatir la creencia en la teoría de la conspiración a través de estrategias como el escepticismo y la despolarización.

Enfoque de inoculación

La segunda contramedida pertenece a las «estrategias de inoculación», las cuales utilizan una metáfora biológica para describir un enfoque que construye resistencia a los mensajes persuasivos (McGuire & Papageorgis, 1962). En medicina, la resistencia a un virus se puede aumentar al exponer a alguien a una versión debilitada del virus (una vacuna) que es lo suficientemente fuerte como para desencadenar una respuesta (es decir, la producción de anticuerpos), pero no tan fuerte como para abrumar al sistema inmunitario del cuerpo. La teoría socio-psicológica de la inoculación sigue una lógica similar: se espera que presentar algunos argumentos débiles de persuasión y desinformación (e.j., que contengan una falacia lógica y obvia) de antemano eleve el sistema inmune actitudinal de la persona contra tales amenazas en el futuro. Hasta la fecha, numerosos estudios han aplicado la teoría de la inoculación a diversos temas. La más relevante para nuestro estudio es la intervención de «premontar», que se basa en la teoría de la inoculación psicológica y sugiere un efecto positivo en el cultivo de «anticuerpos mentales» contra las noticias falsas y la desinformación sobre el cambio climático y los ataques terroristas del 9/11 (Banas & Miller, 2013). Roozenbeek y van-der-Linden (2019) desarrollaron un juego de navegador llamado Bad News, en el que los jugadores asumen el papel de creadores de noticias falsas y aprenden sobre varias técnicas comunes de desinformación. Este juego ha mostrado efectos de inoculación consistentes y significativos.

Sin embargo, hay una cuestión clave al realizar el tratamiento de inoculación. El enfoque de inoculación se desarrolló originalmente, y se usa a menudo, en un entorno con el objetivo de proteger el punto de vista preexistente (positivo) de los individuos de la influencia futura de la información maliciosa (Banas & Miller, 2013; Banas & Rain, 2010). El mecanismo detrás de la inoculación también depende en parte de la participación de las personas en el «razonamiento motivado para proteger la identidad». Sin embargo, la mentalidad conspirativa preexistente de la gente puede ser muy variada, con algunas personas que tienden a ver el mundo exterior a través de un «cristal de conspiración». Como tal, los efectos inoculantes sobre esta subpoblación de «firmes creyentes en la conspiración» pueden ser menos eficaces, ya que pueden ser propensos a aceptar cualquier discurso de conspiración (incluso si contiene errores lógicos) e integrarlo en su ya vasta gama de visiones conspirativas del mundo.

Corrección centrada en los hechos y la ciencia

El tercer enfoque de intervención involucra estudios sobre corrección, que generalmente se centran en la ciencia y los hechos, con el fin de evitar el «efecto contraproducente de familiaridad». Algunos estudios anteriores demuestran que, a veces, simplemente destacar información objetiva y científica es suficiente para desacreditar efectivamente la desinformación, los rumores y las teorías de conspiración. Esta afirmación puede ir en contra de la noción prevaleciente de la «posverdad», en la que las emociones prevalecen sobre todos los demás factores. Una posible explicación para el creciente impacto de la ciencia y la racionalidad en la conformación de las creencias podría ser que, en la ecología de los medios actuales, las personas están sobrecargadas con mensajes emocionales de varias plataformas de medios, y que, como tal, los argumentos racionales y fácticos han ganado más valor informativo. Un meta-análisis de los estudios de corrección y desacreditación encuentra que las correcciones basadas en hechos pueden reducir, pero no mitigar completamente las percepciones erróneas generadas por la desinformación (Walter & Tukachinsky, 2020).

Además, el enfoque de corrección centrado en los hechos y la ciencia puede ser integrado con la herramienta periodística de verificación de hechos para un mayor efecto. Como respuesta a la difusión de información errónea en la sociedad, la verificación de hechos ha sido un método efectivo en la corrección de falsedades. En los EE.UU., PolitiFact y FactCheck.org son iniciativas de verificación de hechos que ganaron popularidad después de las elecciones del 2016 en Estados Unidos. Los verificadores de hechos investigan las afirmaciones hechas en las historias (noticias) y hacen una recomendación general con respecto a la medida en que el mensaje es verdadero o falso, y también describen el verdadero estado de los eventos. Muchos verificadores de hechos publican tales correcciones en las redes sociales, como Twitter o Facebook. Algunos estudios empíricos matizados han demostrado que la información correctiva presentada en los verificadores de hechos es eficaz para mejorar la desinformación (Chan et al., 2017).

Descifrando el mito de la teoría de la conspiración

Los tres métodos de desacreditación mencionados anteriormente están dirigidos al contenido, y tienen por objetivo ayudar a las personas a comprender y analizar de manera crítica el contenido conspirativo que encuentren, desacreditar dicha información a través de la inoculación o simplemente resaltar los hechos y la ciencia. Los enfoques de la cuarta y quinta teoría de la contra-conspiración discutidos aquí están más centrados en el ser humano, y se centran en la mejora de las condiciones psicológicas del individuo, así como en sus sentimientos sobre grupos externos específicos. Este estudio nombra a la cuarta estrategia «decodificando el mito de la teoría de la conspiración», y esencialmente educa a las personas sobre la naturaleza y las características de las teorías de la conspiración, tratando de arrojar luz sobre los mecanismos que les permiten infiltrarse en los sistemas de creencias de las personas (e.j., ¿Qué es una teoría de la conspiración? ¿Por qué la gente busca mensajes de conspiración en tiempos de incertidumbre política?). Decodificar el mito de las narrativas de conspiración tiene como objetivo ayudar a los individuos a comprender mejor el procesamiento de la información de las teorías de conspiración y sus antecedentes psicológicos. Se espera que esto fortalezca los sentimientos de autoeficacia, autocomprensión y autocontrol, y reduzca las ideaciones de conspiración.

Si bien los enfoques de «decodificación» de las narrativas de conspiración y el aumento de la alfabetización mediática fomentan el pensamiento crítico en la audiencia, el enfoque de «decodificación» se trata más de ayudar a las audiencias a comprender su propia vulnerabilidad cognitiva frente a las narrativas de conspiración que de criticar los procesos de producción de contenido mediático. Además, tanto el tratamiento de «decodificación» como el tratamiento de corrección centrado en la ciencia intentan socavar la familiaridad cultural del significado pretendido de los textos de conspiración. Sin embargo, el tratamiento de «decodificación» representa una contramedida más completa que los enfoques de corrección centrados en la ciencia. Inspirado por el estudio de Bjerg y Presskorn-Thygesen (2017), se puede pensar que el enfoque de corrección centrado en la ciencia está respaldado por una proposición de verdadero/falso, la cual no cuenta para la posibilidad de que las proposiciones falsas a veces tengan sentido debido a factores como las condenas de conspiración preexistentes. El enfoque de «decodificación» puede aclarar la condición de sin sentido de estas proposiciones falsas, demostrando que solo «tienen sentido» como resultado del uso equivocado del lenguaje y de un proceso cognitivo sesgado en el procesamiento de la información.

Basándose en estas ideas, el enfoque de «decodificación» evita afirmaciones falsas pero que tengan sentido, al exponer la naturaleza altamente sesgada de los discursos de conspiración que ayudan a validar una línea de base que no tiene sentido a priori. Si bien el enfoque de corrección centrado en la ciencia solo puede basarse en la verificación de la verdad, el «enfoque de decodificación» se centra en exponer la falsedad de la base epistemológica de la teoría de la conspiración, considerada como «epistemología esquiva» (Baden & Sharon, 2020), que no se explica dentro del proceso de verificación y validación.

Reimaginar las relaciones intergrupales

La estrategia de «reimaginar las relaciones intergrupales» es específica del contexto y tiene como objetivo mitigar las influencias negativas de las narrativas de conspiración que se dirigen a grupos específicos, como afroamericanos, judíos, musulmanes, asiáticos y homosexuales. Las teorías de conspiración a menudo se caracterizan por dicotomías entre el orden político «natural», «justo» y «bueno» y su contraparte «malvada», socavando el discurso democrático pluralista y llamando a la erradicación urgente de la oposición política (Baden & Sharon, 2020). Facilitado por los efectos combinados de las teorías de conspiración que «construyen el disenso como un maniqueo dicotómico» (es decir, una estructura cognitiva o visión del mundo que considera que los fenómenos tienen dos lados opuestos, como el bien contra el mal, también véase Baden y Sharon, 2020) y forman una «cognición colectiva motivada», las personas que tienen sentimientos más negativos (desconfianza, ansiedad) hacia los grupos externos podrían ser particularmente vulnerables a los discursos conspirativos que alegan que esos grupos están tramando planes malvados (Kofta & Sedek, 2005).

Para resistir este etiquetado conspirativo de ciertos grupos como malos, el enfoque de la re-concepción del imaginario, una acción de re-concebir relaciones intergrupales, puede ser utilizado para cuestionar la relación entre nosotros/ellos o uno mismo/otros que subyace a los entendimientos dicotómicos maniqueos; plantear cuestiones de identidad común puede ayudar a tender un puente o superar esta dicotomía. Se espera que un enfoque de re-concepción basado en la reimaginación de las relaciones intergrupales tenga efectos ético-políticos positivos que ayuden a alejar las cuestiones objetivo de un estado de excepción epistémica y de vuelta al reino de la reflexión racional. Por lo tanto, se espera que recordar experiencias de contacto intergrupal benigno cree actitudes positivas hacia los miembros de grupos externos, y por lo tanto, disminuya la probabilidad de creencias de conspiración dirigidas a dichos grupos externos. Además, estudios previos han hallado que cuando el contacto real entre grupos no es práctico, imaginar el contacto intergrupal puede reducir efectivamente la ansiedad intergrupal, reducir los prejuicios y la discriminación, y mejorar las relaciones intergrupales (Turner et al., 2007).

Sin embargo, la utilidad de este enfoque imaginado puede ser limitada, ya que este tratamiento se centra principalmente en la «dicotomía maniquea», que no es más que uno de los tres elementos de las teorías de conspiración conceptualizadas de Baden y Sharon (2020) propiamente dichas (CTP), un relato integrado de la teoría de la conspiración que caracteriza tres corrupciones esenciales del discurso conspirativo sobre las normas democráticas (los otros dos son «potencia extendida» y «epistemología esquiva»). Como tal, nuestro tratamiento fragmentado y dirigido de la dicotomía maniquea puede ignorar la intra-acción entre las tres fuerzas corruptoras de la teoría de la conspiración.

En este estudio, buscamos proporcionar un examen experimental de los impactos de los métodos y estrategias que podrían desacreditar eficazmente las teorías conspirativas y reducir las influencias dañinas de la exposición a los medios conspirativos. Estos cinco métodos se centran en el contenido, ya promulgados en la literatura existente y adoptados en la práctica de la desacreditación (incluyendo la intervención de alfabetización mediática, la estrategia de inoculación, las correcciones centradas en la ciencia y los hechos) o centrados en la audiencia, desarrollados en este estudio como un intento pionero (incluyendo la decodificación del mito de la teoría de la conspiración y la reimaginación de las relaciones intergrupales). En particular, la categorización de las cinco intervenciones basadas en el contenido y la audiencia es solo con fines heurísticos. En la realidad, se produce una superposición. Por ejemplo, la intervención de alfabetización mediática también se pone en práctica para influir en la cognición de las audiencias. Sobre la base de estos conocimientos, especificamos las siguientes hipótesis.

  • H1: Los métodos basados en el contenido para contrarrestar la teoría de la conspiración pueden mitigar la creencia conspiratoria.
  • H1a: La intervención de alfabetización mediática puede reducir eficazmente la creencia conspirativa.
  • H1b: La estrategia de inoculación puede conllevar a una creencia reducida en la teoría de la conspiración.
  • H1c: Las correcciones centradas en la ciencia y los hechos pueden debilitar eficazmente la creencia en la conspiración.
  • H2: El método centrado en el público para contrarrestar la teoría de la conspiración puede mitigar la creencia conspiratoria.
  • H2a: Decodificar el mito de la teoría de la conspiración es un método eficaz para reducir la creencia en la conspiración.
  • H2b: Re-imaginar la relación intergrupal puede ayudar a reducir la creencia en la conspiración.

Método

Selección de casos

Los experimentos probaron la efectividad de las contramedidas en el efecto cognitivo de la teoría de la conspiración de la COVID-19 del «laboratorio de Wuhan». La teoría de la conspiración del «laboratorio de Wuhan» representa una de las teorías de conspiración de la COVID-19 más difundidas en los Estados Unidos en el momento en que se llevaron a cabo los experimentos. La teoría de la conspiración del laboratorio de Wuhan afirma que el coronavirus se originó en un laboratorio vinculado al programa de guerra biológica de China. Esta teoría fue escogida por la administración Trump para desviar la atención de las críticas sobre el manejo del brote.

Muestra

Para explorar la influencia de los enfoques de intervención en las creencias conspirativas de las personas, diseñamos un experimento de encuesta. Nuestros participantes (607 adultos de los Estados Unidos) fueron reclutados de Amazon Mechanical Turk (MTurk) en octubre y noviembre del 2020. Los participantes recibieron 3 dólares por su participación. Nuestra muestra es de 40% mujeres y 78% hombres. La mediana de edad de la muestra fue de 34 años, y la de los encuestados tenía un título universitario de 4 años.

Diseño y procedimiento

Este estudio adoptó un diseño experimental entre sujetos, que fue adoptado por Jolley y Douglas (2014) y Warner y Neville-Shepard (2014) para examinar el efecto mediático de los mensajes de (contra-) conspiración. El método experimental de la encuesta nos permite aislar el impacto causal de los esfuerzos de desacreditación en la disminución de las creencias de conspiración de los individuos. Los participantes fueron asignados aleatoriamente a una de las seis condiciones, cinco condiciones que involucran intervenciones para contrarrestar la teoría de la conspiración y la sexta es una condición de control. Después de la manipulación, los participantes calificaron sus creencias en la teoría de la conspiración. Los participantes también proporcionaron sus datos demográficos que consistían en sexo, edad, identificación del partido, orientación política y la calificación educativa más alta.

De manera específica, en el primer método de desacreditación (intervención de alfabetización mediática), se les preguntó a los participantes: «Para esta actividad, por favor miren los medios proporcionados. Mientras usted esté mirando, analice los medios de comunicación. Por favor, tenga en cuenta las siguientes preguntas: en su opinión, ¿cuál es el objetivo y el propósito del productor de este video? ¿Qué nivel de credibilidad cree que tiene el material presentado en el video? ¿Hasta qué punto cree que el contenido presentado en el video es consistente con los valores de objetividad y neutralidad del periodismo?».

Luego, los participantes fueron expuestos a estímulos de los medios que contenían narrativas de conspiración. Después de ver el video, se les pidió a los participantes que escribieran sus respuestas sobre la producción, el mensaje y el lenguaje del contenido de los medios conspirativos. Después de esta manipulación, los participantes realizaron las mediciones dependientes. En este experimento, se utilizó el estímulo de la alfabetización mediática para fortalecer la capacidad de pensamiento crítico de la audiencia; se les animó a reflexionar sobre la objetividad, credibilidad y neutralidad de las narrativas conspirativas.

En el segundo método para contrarrestar la teoría de la conspiración (estrategia de inoculación), se les pidió a los participantes que vieran un video corto que contenía algunas lagunas lógicas obvias y falacias. Luego, vieron una declaración de desacreditación que ilustra las falacias en el video anterior. Los participantes fueron expuestos a un video más persuasivo de contenido conspirativo. Después de esto, los participantes realizaron las mediciones dependientes. En el tercer enfoque de intervención (corrección basada en hechos y ciencia), se les pidió a los participantes que vieran un breve video de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que proporcionaba una explicación científica sobre los orígenes y el método de transmisión de la COVID-19. Después de ver el video, los participantes realizaron las mediciones dependientes.

En el cuarto método (decodificar el mito de la teoría de la conspiración), se les pidió a los participantes que vieran un video corto como una «mini conferencia» en la que dos psicólogos sociales dan una breve introducción a las características de la teoría de la conspiración y por qué los individuos tienden a buscar explicaciones conspirativas. Después de la exposición del video, los participantes realizaron las mediciones dependientes.

En el quinto método (mejorar las relaciones intergrupales), se les instruyó a los participantes a imaginar interactuar con un individuo chino. Se les pidió a los participantes: «Por favor, pase los próximos cinco minutos imaginando que están hablando con una persona china que se ha sentado a su lado en el tren. Pasa unos treinta minutos charlando hasta llegar a su parada y salir del tren. Durante la conversación, descubre algunas cosas interesantes e inesperadas sobre él, piense en cuáles eran esas cosas y colóquelas en el cuadro de texto».

Debido a que el objetivo de este método es inducir a los participantes a pensar benignamente en los chinos, sus respuestas específicas sobre el contenido imaginario no se incluyen en el análisis. Después de esta manipulación, los participantes realizaron una evaluación de las personas chinas y realizaron las mediciones dependientes. En el grupo de control, los participantes solo realizaron las mediciones dependientes y no estuvieron expuestos a ningún método de intervención, incluyendo los cinco métodos para contrarrestar teoría de la conspiración descritos anteriormente.

Medición (variable dependiente)

La escala de creencias conspirativas mide la creencia conspirativa de un individuo en relación con China y los chinos con cuatro ítems, en una escala del 1 (totalmente en desacuerdo) al 5 (totalmente de acuerdo); uno de los elementos está centrado en el coronavirus y otros tres son más generales. Los ítems específicos se pueden encontrar en el Apéndice.

Resultados

La Tabla 1 proporciona algunas estadísticas descriptivas sobre las puntuaciones de creencias conspirativas para los seis grupos de participantes. El tamaño de la muestra para cada grupo varió de 97 a 103. La media muestral del grupo control fue superior a la de los Grupos 2-4 y solo ligeramente inferior a la del Grupo 1.


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Para probar H1 y H2, se siguió un enfoque de regresión lineal múltiple, siendo la escala de creencias conspirativas la variable dependiente y cinco variables ficticias correspondientes a los cinco grupos de tratamiento como variables independientes. Para cada variable ficticia, su valor fue 1 para los puntos de datos pertenecientes al grupo de tratamiento representado por la variable ficticia, y 0 de lo contrario.

Dado que nuestras hipótesis se centraron en la eficacia de los cinco tipos de métodos de mitigación en la reducción de la creencia conspiratoria, se adoptó una prueba unilateral. Para mitigar el problema de la comparación múltiple, aplicamos la corrección de Sidak para hacer un ajuste al nivel de significancia requerido para que el coeficiente estimado para cada variable independiente sea estadísticamente significativo (Sidak, 1967). Los resultados de la prueba se resumen en la Tabla 2.

Nuestro primer grupo de hipótesis preguntó si los métodos para contrarrestar la conspiración basados en contenido pueden mitigar la creencia conspiratoria. Específicamente, H1a predijo que la intervención de alfabetización mediática puede reducir eficazmente la creencia conspirativa. Los resultados no corroboraron tal efecto, ya que el coeficiente estimado para el Grupo 1 no fue estadísticamente significativo (Beta=0,16, SE=0,16, p=0,844).

H1b predijo que la estrategia de inoculación puede conllevar a una creencia reducida en la teoría de la conspiración. Los resultados no corroboraron tal efecto, ya que el coeficiente estimado para el Grupo 2 no fue estadísticamente significativo (Beta=-0,12, SE=0,16, p=0,776).

H1c predijo que las correcciones centradas en la ciencia y los hechos pueden debilitar eficazmente la creencia en la conspiración. De acuerdo con esta hipótesis, el efecto de mitigación fue significativo (Beta=-0,41, SE=0,15, p=0,004), ya que el valor de p fue inferior a 0,0102, la corrección de Sidak ajustó el nivel de significancia para un nivel de significancia del 5%. El grupo que vio el video que proporciona una explicación científica sobre los orígenes y el método de transmisión de la COVID-19 mostró un nivel estadísticamente más bajo de creencia conspirativa en comparación con el grupo de control.

Nuestro segundo grupo de hipótesis preguntó si los métodos centrados en la audiencia para contrarrestar la teoría de la conspiración pueden mitigar la creencia conspiratoria. Específicamente, H2a predijo la decodificación del mito de la teoría de la conspiración como un método eficaz para reducir la creencia de conspiración. De acuerdo con esta hipótesis, el efecto de mitigación fue significativo (Beta=-0,47, SE=0,16, p=0,001), ya que el valor de p fue inferior a 0,002, la corrección de Sidak ajustó el nivel de significancia para un nivel de significancia del 1%. El grupo de participantes que vio el video de dos psicólogos sociales explicando las características de la teoría de la conspiración y por qué los individuos tienden a buscar explicaciones conspirativas mostró un nivel estadísticamente más bajo de creencia conspirativa en comparación con el grupo de control.

H2b predijo que re-imaginar las relaciones intergrupales puede ayudar a reducir la creencia en la conspiración. De acuerdo con esta hipótesis, el efecto de mitigación fue significativo (Beta=-0,38, SE=0,16, p=0,007), ya que el valor de p fue menor que 0,0102, la corrección de Sidak ajustó el nivel de significancia para un nivel de significancia del 5%. El grupo de participantes que fueron instruidos a imaginar una interacción con un individuo chino obtuvo un nivel estadísticamente más bajo de creencia conspirativa en comparación con el grupo de control.


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Discusión

El presente estudio probó la causalidad entre cinco enfoques para contrarrestar la teoría de la conspiración y el alcance de la creencia conspirativa consecuente de los individuos. Los resultados respaldaron en parte nuestras predicciones, con algunos hallazgos inesperados, pero importantes. Se demostró que los métodos basados en el contenido para contrarrestar la teoría de la conspiración mitigan parcialmente la creencia conspiratoria. Si bien los enfoques de intervención de la alfabetización mediática y la inoculación no demostraron una reducción significativa de la creencia en la conspiración, las correcciones centradas en la ciencia y los hechos demostraron ser mitigadores efectivos. Nuestros hallazgos también ilustraron claramente ambos métodos centrados en la audiencia como reductores eficaces de la aceptación de la teoría de la conspiración.

En primer lugar, tanto la intervención de alfabetización mediática como los enfoques de inoculación fueron ineficaces para reducir las creencias de las audiencias en las teorías de conspiración inducidas por la COVID-19. Si bien la investigación anterior que adoptó estos dos métodos para desacreditar las teorías de conspiración y el contenido desinformado mostró resultados diversos, nuestro estudio agrega evidencia empírica al lado pesimista. La ineficacia de los enfoques de intervención de alfabetización mediática e inoculación se debe en parte a dos cuestiones de temporalidad en el contexto específico de este experimento: la intervención de alfabetización mediática que ayuda a los individuos a obtener habilidades, capacidades y conocimientos de crítica a los medios es un proceso gradual cuyos efectos son acumulados, incrementales y desiguales. Además, se ha hallado que cuando se lleva a cabo la alfabetización mediática, las intervenciones con más sesiones son más efectivas que las intervenciones con una sola (Jeong et al., 2012). Por lo tanto, es razonable que una «dosis única» de alfabetización mediática como medida contra la teoría de la conspiración sea menos efectiva en el entorno inmediato, pero podría producir consecuencias a largo plazo a través de tratamientos adicionales. Además, algunos argumentan que, al identificar y desacreditar la desinformación en el ciberespacio, una intervención más específica de «alfabetización de información» podría ser más relevante que la educación general de la «alfabetización mediática» (Jones-Jang et al., 2021).

El método de inoculación se enfrenta a un desafío temporal diferente, ya que es esencialmente un enfoque de «premontar», en lugar de desmontar, el cual ayuda a cultivar «anticuerpos mentales» o, en otras palabras, resistencia contra el daño futuro consecuencia de la interacción con narrativas de conspiración similares pero benignas. Como nuestro estudio no es un estudio longitudinal, no es del todo inesperado que el método de inoculación no funcionara bien en la mitigación del efecto negativo de las teorías de conspiración a corto plazo, por no mencionar que aquellos con mentalidades conspirativas preexistentes podrían aceptar discursos de conspiración incluso si contienen errores fácticos o lógicos obvios. Otra posible explicación de la ineficacia de la inoculación es que nuestro estudio no incluyó el elemento de «afecto» en su estrategia de inoculación. Al probar la eficacia de la estrategia de inoculación para inducir resistencia a las teorías de conspiración, Banas y Miller (2013) hallaron que el afecto podría servir como una señal periférica. En nuestro caso, las narrativas de conspiración que involucraban a China en complots secretos con respecto a la COVID-19 pueden provocar un fuerte sentimiento negativo hacia el gobierno chino, lo que le da atractivo a esas narrativas. En otras palabras, la evidencia de las teorías de conspiración podría no soportar bien el escrutinio, pero el sesgo preexistente puede hacer que las narrativas «se sientan correctas» durante la visualización. En este sentido, aunque el enfoque de inoculación apunta a resaltar los defectos lógicos de los argumentos débiles y falsos, este método podría ser socavado por sentimientos que desafían la racionalidad y la lógica.

En segundo lugar, nuestros hallazgos sugieren que las correcciones centradas en la ciencia y los hechos reducen eficazmente la aceptación individual de las narrativas de conspiración. Cabe señalar que nuestra encuesta se llevó a cabo en un período en el que el sentimiento contra China y las teorías de conspiración sobre la pandemia habían convergido y desembocado en niveles extraordinarios: el estudio se llevó a cabo pocos días antes de las elecciones presidenciales del 2020, que fueron quizás las más polarizadas en la política estadounidense contemporánea, combinada con años de propaganda contra China y una reciente proliferación de desinformación relacionada con la COVID-19. Nuestros resultados, sin embargo, fueron en contra de la noción prevaleciente de la «posverdad» en la que las emociones triunfan sobre el pensamiento analítico, sugiriendo un fenómeno de «rebote» como una nueva teorización potencial, es decir, una vez que las personas han estado sobrecargadas con fuertes mensajes emocionales provenientes de varias plataformas de medios, los valores informativos de los argumentos racionales y fácticos aumentan, disminuyendo las capacidades de las teorías de conspiración de avivar creencias radicalizadas. Esta atención revitalizada a los argumentos fácticos puede, por lo tanto, llegar a anular los efectos disruptivos de las emociones negativas producidas por las teorías de conspiración. Además, Cook y Lewandowsky (2011) argumentaron que la corrección eficiente debe centrarse en los hechos, en lugar de la creencia falsa, con el fin de evitar que la desinformación se vuelva más familiar. Además, la refutación debe incluir una explicación alternativa. Estos dos elementos clave de corrección centrada en los hechos y la ciencia fueron cuidadosamente incorporados en nuestra intervención.

En tercer lugar, nuestros hallazgos demostraron que el tratamiento de «decodificación» centrado en la audiencia es eficaz para reducir la creencia en la conspiración, lo cual es consistente con nuestras predicciones. El tratamiento de «decodificación» explica cómo los sesgos, creencias y narrativas de la conspiración preexistentes se co-constituyen e implican entre sí, de modo que las afirmaciones «falsas, pero con sentido» no tienen sentido a priori, independientemente de sus creencias localizadas. Esto conlleva a que las audiencias sean menos propensas a aceptar narrativas de conspiración, como se demuestra en nuestros resultados. Además, el tratamiento de «decodificación» se desarrolló como un enfoque integral, abordando los tres componentes centrales de las teorías de conspiración propiamente dichas (CTP). Nuestros resultados demostraron que este enfoque integral y centrado en la audiencia podría ser ligeramente más eficaz que las correcciones centradas en el contenido, la ciencia y los hechos para reducir las creencias en la conspiración. Este enfoque original reduce la receptividad general a las teorías de conspiración al apuntar a su causa raíz. Otro método eficaz que pertenece a esta línea es recordar las experiencias de las personas de eventos controlados con éxito, con el fin de fortalecer la autoeficacia y reducir la ideación de conspiración (Krekó, 2020).

En cuarto lugar, aunque el tratamiento de «decodificación» representa una contramedida más integral contra las teorías de conspiración, nuestros resultados sugieren que reimaginar la relación intergrupal con los chinos de manera positiva también conduce a una reducción significativa de la creencia en la conspiración sobre la COVID-19 desde una perspectiva de «amenaza de China». Si bien un estudio representativo a nivel nacional en Polonia halló que el contacto intergrupal era un predictor significativo de actitudes hacia los judíos, no estaba significativamente relacionado con la creencia en las teorías de conspiración judías (Winiewski et al., 2015); nuestro estudio muestra resultados más prometedores. La creencia en la teoría de la conspiración a menudo funciona a través de un estado epistémico de excepción (Baden & Sharon, 2020; Bjerg & Presskorn-Thygesen 2017). Basado en nuestros resultados, el enfoque de «reimaginación» reprodujo un efecto de bajar la guardia porque la audiencia tendía a disminuir su trato o dejaba de tratar al grupo chino como una amenaza existencial a un objeto de referencia valorado (Roe, 2004; Jutila, 2006). Al reimaginar una conversación casual, informal y privada con un miembro de un grupo externo (una persona china) en un contexto prosaico (se presume que en el viaje diario en tren a casa o al lugar de trabajo) con el objetivo prescrito de descubrir algo interesante, esta comunicación intergrupal imaginaria ayuda a deconstruir la excepción epistémica en la que se basan las narrativas de la conspiración para hacer que un grupo externo sea antagónico, socavando así el marco de guardia alta de la relación estadounidense-china que dominó las relaciones intergrupales politizadas durante la pandemia de COVID-19.

Conclusión

Aunque la mayoría de los estudios sobre teorías y creencias conspirativas se han centrado en el mecanismo cognitivo de las teorías conspirativas, este artículo busca la solución. Con este fin, el presente estudio probó la causalidad de cinco enfoques para contrarrestar la teoría de la conspiración y el alcance resultante de la creencia conspiratoria de los individuos. Nuestros resultados demuestran que los métodos para contrarrestar de la teoría de la conspiración basados en el contenido pueden mitigar parcialmente las creencias conspirativas: mientras que la alfabetización mediática y la estrategia de inoculación no demostraron una reducción significativa de las creencias conspirativas, las correcciones centradas en la ciencia y los hechos conllevaron a una reducción significativa de las creencias conspirativas. Nuestros resultados también respaldan la eficacia de ambas intervenciones centradas en la audiencia (es decir, decodificar el mito de la teoría de la conspiración y reimaginar la relación intergrupal) para reducir la aceptación de la teoría de la conspiración.

Por último, debemos abordar dos limitaciones. La primera es que este artículo exploró solo los efectos inmediatos de los enfoques de desacreditación en la creencia de la teoría de la conspiración. Por lo tanto, es notable que la utilidad de estos enfoques pueda desvanecerse en el contexto de un estudio longitudinal que mida sus efectos a largo plazo. La otra limitación es que este estudio no tuvo en cuenta las diferencias individuales, es decir, cómo las diferentes personalidades influyen en el resultado de los enfoques de intervención en la reducción de la creencia de conspiración. Una consideración crítica de las diferentes psicologías individuales, culturas locales, dinámicas de grupo y sistemas políticos puede sugerir nuevas vías para el estudio de la reducción en la creencia en la conspiración a través del desarrollo de varias pruebas en estos moderadores, y su efecto en la relación entre los enfoques de intervención y la creencia en la conspiración. En lugar de medir cómo la creencia de los sujetos en teorías de conspiración específicas es moderada por rasgos psicológicos individuales y estructuras cognitivas en una cultura y un tiempo dados, podríamos desarrollar una escala con más base teórica que aproveche directamente estos factores de moderación para explicar conjuntamente cómo mejorar la resiliencia individual contra el pensamiento conspirativo o rescatar a los individuos de la trampa cognitiva de la provocación conspirativa.

Contribución de Autores

Idea, G.T and L.T.; Revisión de literatura (estado del arte), G.T., L.T.; Metodología, G.T., Y.R.; Análisis de datos, G.T., Y.R.; Resultados, G.T., L.T., Y.R.; Discusión y conclusiones, L.T., G.T.; Redacción (borrador original), G.T., L.T., Y.R.; Revisiones finales, G.T., L.T., Y.R.; Diseño del Proyecto y patrocinios, G.T., L.T., Y.R. (1)

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Published on 30/09/21
Accepted on 30/09/21
Submitted on 30/09/21

Volume 29, Issue 2, 2021
DOI: 10.3916/C69-2021-06
Licence: CC BY-NC-SA license

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