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Los componentes ácidos de la atmósfera, en particular el CO2, pueden neutralizar (carbonatar) el electrólito que llena los poros del hormigón y las fases del clínker, transformándolos en variedades del CO3Ca. La carbonatación no sólo modifica la estructura de la pasta de cemento y por lo tanto sus propiedades, sino que también tiene una influencia decisiva sobre la velocidad de corrosión de las armaduras (1) (2). En un reciente informe del Comité 12-CRC de la RILEM (3) se afirmaba que: "si se exceptúa la corrosión causada por Cl-, actualmente se está de acuerdo en que la carbonatación del hormigón es la condición esencial para la corrosión de las armaduras". (Aquí se debería añadir que esto se aplica a los hormigones simplemente armados, pues en los pretensados también es muy peligroso el fenómeno conocido como corrosión bajo tensión). La carbonatación puede desencadenar el proceso de corrosión, debido a que el descenso de pH que provoca hace posible el paso de las armaduras del estado pasivo al activo. La velocidad de ataque depende, sin embargo, de otros factores externos: un contenido mínimo de humedad en el medio ambiente que garantice la existencia del electrólito en los poros del hormigón, y un libre acceso de O2 hasta la superficie metálica para que pueda producirse la semirreacción catódica. Numerosos autores están de acuerdo con estos puntos, pero sin aportar pruebas cuantitativas de los mismos. Es objeto principal de este trabajo contribuir a llenar este vacío.
Published on 01/01/1981
DOI: 10.3989/mc.1981.v31.i181.1019
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