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Este trabajo intenta dar respuesta a algunas de las preguntas que diariamente nos planteamos a la hora de cubrir nuestras necesidades informativas a través de la televisión. El telediario, ese «extraño producto que conviene a todo el mundo, que confirma cosas ya sabidas, y, sobre todo, que deja intactas las estructuras mentales», como diría Bourdieu, llama a nuestra puerta varias veces al día y, por lo general, le dedicamos esos momentos importantes de nuestra vida, es decir, los momentos de mayor audiencia, el «prime time». Gonzalo Abril (2003: 1), refiriéndose al concepto de información, lo compara con ese amigo excéntrico 1 que entra en nuestras casas y al que dedicamos espacios y momentos destacados de nuestra vida, disimulando y perdonando sus impertinencias, sin cuestionar su carácter por miedo a romper su amistad o verse controvertido uno mismo en el acto de controvertir al otro. Sin embargo, ¿qué nos ofrece nuestro amigo?, ¿por qué le dejamos pasar cada día?, ¿por qué le dedicamos nuestro tiempo?, ¿por qué le permitimos sus impertinencias? En otras palabras, y centrándonos en el medio televisión: ¿Por qué más del 90% de la población española se informa a través de la televisión?, ¿por qué vemos los informativos de televisión?, ¿por qué las parrillas de las cadenas generalistas están configuradas o articuladas a partir de los espacios informativos?, ¿por qué los partidos políticos están tan interesados en controlar los servicios informativos de las cadenas públicas y privadas a cualquier precio?, ¿qué intereses empresariales se esconden detrás de las cadenas de televisión y sus informativos? Sencillamente, porque el ser humano tiene la necesidad de estar informado y el derecho a ser informado. Esto no quiere decir que la mejor forma de hacerlo sea a través de la televisión. «Informarse cuesta», dice Ignacio Ramonet en La tiranía de la comunicación (1998: 25). Salir de la falsa sensación de que a través de los informativos que emiten las televisiones nos estamos informando supone un esfuerzo intelectual que no todos estamos dispuestos a realizar. Sin embargo, todos tenemos la suficiente capacidad para poder comprender lo que sucede a nuestro alrededor asumiendo nuestra obligación de formarnos para abandonar la ilusión de que vivimos en la sociedad plural, libre y democrática que diariamente es difundida por los medios de comunicación. Para ello es necesario que conozcamos las fortalezas y debilidades que la información televisiva debe afrontar a la hora de comprender e interpretar la realidad; así como los mecanismos que los canales de televisión utilizan para potenciarlas o evitarlas en pos de mantener el actual sistema informacional, basado en el control del espacio público y la obtención del consenso social por parte del poder empresarial y político.
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Published on 30/09/05
Accepted on 30/09/05
Submitted on 30/09/05
Volume 13, Issue 2, 2005
DOI: 10.3916/25810
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